Me encontraba un poco cansado y triste por los últimos eventos que me habían sucedido. Venía caminando hacia mi casa cuando me convertí en una víctima más de la inseguridad. Fue mi celular, lo triste del caso fue que la persona que me asaltó llevaba un arma. Gracias a Dios, no pasó a más solo un poco de nervio por lo que me había sucedido.
Decidí mandar un correo a toda la mara que tenía en mi celular, pero me comuniqué antes con mi proveedor de servicios de telefonía, donde me indicaron que mi celular quedó totalmente bloqueado y en teoría inservible (espero que así sea). Así que solucionado, aún así me sentí un poquitín desanimado y decidí revisar mi correo. Afortunadamente, en el chat me encontré con un amigo que, la mayoría de la veces, me levanta el ánimo y me reconforta (cuando tiene que madrearme, tampoco lo duda jajajaja!).
Le comenté que últimamente he andado con unos rollos mero extraños, y que había concluído que mi problema tenía que ver con la actitud. Él me comentó que si tenía algo de cierto, pero que debía ver un poco más allá.
Me pareció claro un experimento que compartió conmigo el cual se los copio más o menos como lo platicamos:
Hicieron un experimento con unos niños en un salón, las edades de estos eran 4 años. Les dijeronque si esperaban por veinte minutos sentados podrían tener un plato lleno de angelitos, golosinas, etc. (todo lo que le gustan a los niños :P ), pero que si no deseaban esperar podían tocar la campana y comerse el dulce que quedaba en la mesa. Muchos niños supieron esperar y tener una visión de futuro; les costó pero esperaron. En cambio otros no pudieron soportar el tener el dulce en frente y se atormentaban con la idea de tenerlo allí.
A los que esperaron les preguntaron que como hicieron para aguantar la espera (a lo que pensé ‘excelente pregunta’). Muchos contestaron que en lugar de pensar en el dulce, pensaban que no estaba allí o que simplemente era otra cosa. Así que todo está en la mente. Lo más interesante, es que les siguieron el rastro a todos y compararon su nivel de felicidad en base a como se desarrollaron en el experimento.
Aquellos que supieron esperar y cambiar el objeto de su deseo, mostraban niveles de felicidad mayores a los que no esperaron y creían que la recompensa debía ser inmediata.
Luego me dijo “todo es cuestión de paciencia…paciencia, constancia, actitud, coraje y valor”. A lo que pensé, tiene mucho razón.