Primero mi carro y ahora el suyo... al hospital de los carritos.
Bitácora del capitán alpha-1. Iniciamos el recorrido con destino definido a la zona 3 de la capital, el motivo poder compartir un rato con la abue.
Una tostada, un pedacillo de pastel y un delicioso chuchito alegraron el estomaguillo. Toda una fiesta de sabores. Hacía tiempo que no degustaba tan variada cena; realmente la pasé muy bien. Conocer el lugar donde creció me hace sentir alegría y al mismo tiempo nostalgia. Alegría por que no me imaginé que aquel lugar fuera reconocido como "el hogar" pero ahora ya lo sé; y nostalgia, por todo el tiempo que perdí al no estar desde antes junto a ella.
Todo iba bien, como cosa rara no había tráfico lo que facilitó el retorno a casa. Llegamos al destino, se apagó el carro y procedimos a la despedida. Una vez más era necesario emprender el camino de vuelta a casa, sin embargo una sorpresa nos esperaba. No enciende, fueron sus palabras. El carro que había funcionado bien por casi 60 minutos decidió no volver a encender.
Verdaderamente uno siente cierto grado de impotencia al no saber como entrarle a un problema con el carro, pensándolo bien, esto aplica para cualquier tipo de problema.
Comienzo a sentirme mal, siento que fue mi culpa. Tan lejos de su hogar, por mi culpa. Mi hermano, quien estaba listo para dormir me ayudó llevándolos a su hogar. En verdad fue gracias a Dios que el estaba precisamente hoy por acá.
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