Llegó la hora del almuerzo tenía ganas de un acompañamiento para mi almuerzo, por lo que salí a comprar tortillas. Llegué al lobby, lamentablemente para mí la persona que vende las tortillas no se presentó :( . Ok, entonces pensé...un buen acompañamiento puede ser un tortrix. Iba caminando hacia uno de los tantas "mini tiendas"de la zona 1 cuando noté algo. Una señor que pide limosna en el tráfico, también había tenido la misma idea. "Me regala dos quesifritos", dijo. Buscó en su bolsillo y sacó la cantidad que le permitió hacerse de esta comida. La señora rápidamente despachó el producto solicitado, al ver que se le estaba haciendo un poquito de cola.
Fue en ese momento que recordé lo afortunado que era al tener más que una fritura para mi almuerzo. Elevé mi mirada al cielo, y dije dentro de mi gracias. Simplemente, gracias Dios.
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